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La Guerra del Volumen

Desde los tiempos del vinilo las compañías discográficas han competido por lograr que sus discos suenen más altos que los demás.

Se ha demostrado mediante experimentos que la misma canción, con un ligero aumento de volumen, la percibimos como un mejor sonido, esto es debido a la respuesta en frecuencias de nuestro oído. Y nadie quiere correr el riesgo de que su canción, comparada con otras suene floja en la radio, o en el iPod.

El problema viene cuando se sacrifica la calidad de sonido en pos del volumen brutal, un fenómeno que lleva plagando la música durante los últimos veinte años, y que acaba con la principal ventaja sonora del CD, el rango dinámico. Es decir, la capacidad para reproducir sonidos extremadamente débiles y extremadamente fuertes, sin problemas de ruido de fondo.

En una grabación digital, como hemos visto y analizado anteriormente en la sección de mezcla, sabemos que hay un máximo absoluto, el cero digital, que es la mayor amplitud de onda sonora posible. El instante musical más fuerte, marca el tope de volumen para el resto de la canción. La tecnología ha hecho muy fácil eliminar los picos de las grabaciones de forma que el volumen total suba considerablemente.

Este proceso se lleva a cabo durante la masterización del disco. Para eliminar un pico y conseguir elevar un poco el volumen general de la canción o igualarlo con las demás, hay que recortar la onda sonora. Esto introduce una pequeña distorsión en ese momento concreto, que pasa desapercibida. El problema es que para llegar al volumen brutal que hoy en día es la norma, se introduce distorsión constante durante toda la canción. Esta distorsión elimina también el ataque o pegada de los instrumentos. El volumen es mayor, pero con menor golpe. Este volumen y distorsión constante producen fatiga auditiva.

El segundo problema es que como se recorta por arriba para subir el volumen, las partes suaves de la canción acaban llegando al mismo volumen de las partes fuertes. De este modo se elimina así una característica musical imprescindible y apreciada por todos los músicos, conocida como la dinámica, esa capacidad para variar la intensidad de la interpretación para destacar tanto las partes fuertes como las suaves, ya sea de un instrumento en concreto o de la canción en su conjunto. Además de la fatiga auditiva, tenemos que sumarle aburrimiento.

Factores que pueden afectar el Volumen Final

Sección titulada «Factores que pueden afectar el Volumen Final»

Generando elementos sonoros para llenar el espectro de manera uniforme

Sección titulada «Generando elementos sonoros para llenar el espectro de manera uniforme»

Es mucho más fácil lograr que una mezcla suene (en el caso del pop o el rock) cuando el conjunto sonoro (la base rítmica sumada a los demás instrumentos) está compensado en frecuencia. Esto quiere decir que si ya desde la propia grabación tenemos una adecuada proporción de graves, medios y agudos de forma tal que cada instrumento se ubica en su lugar dentro del espectro y puede distinguirse del resto por sí solo, no tendremos necesidad de sobre ecualizar. Las mezclas más complicadas suelen ser aquellas donde varios instrumentos cuya sonoridad está en rangos de frecuencia similares, por ejemplo, guitarras eléctricas, teclados e incluso voces, compiten entre sí simultáneamente, muchas veces durante toda la canción. Esto hace que la concentración de energía en ese rango de frecuencias sea muy alta y por lo tanto la distribución será muy poco uniforme a lo largo del espectro. Es probable que, en un caso como este, la compresión en la etapa de mastering solamente acentúe este efecto y termine convirtiéndose en una molestia.

Los componentes armónicos producidos a lo largo de la cadena de procesamiento del audio actúan como distribuidores de energía, a lo largo de todo el rango de frecuencias. En la mezcla y masterización de una banda de rock, una dosis de armónicos resultará seguramente beneficiosa para nuestro resultado final.

Ya en la etapa de masterización, si la mezcla requiere un ajuste de ecualización buscamos lograr con una combinación de EQ y compresión multibanda que nos la versatilidad y sutileza necesarias para este delicadísimo proceso. Podemos decir entonces que es posible ganar aún más volumen trabajando en la redistribución más adecuada de la energía para cada canción. Este es uno de nuestros objetivos de masterización. Pero claramente no puede ser el único, ni siquiera el más importante.

Históricamente, los géneros más influidos por la carrera del volumen son los radiables, es decir aquellos en los que el corte de difusión tiene que pelear su espacio en las emisoras (el conocido “quiero que suene fuerte en la radio”). Por supuesto que resulta mucho más fácil mantener la dinámica de la mezcla en el caso de una banda de jazz, en donde esta presión desaparece por completo.

Si a esto le añadimos que el destino más frecuente de una grabación es ser convertida a mp3, entonces ya tenemos un problema grave. La conversión a mp3 elimina el 90% de la información musical de un CD, introduciendo además distorsiones varias. Si encima estamos escuchando a través de unos altavoces de ordenador o de los auriculares blancos del ¡pod, el resultado está cada vez más lejos de lo que escuchaban los músicos en el estudio de grabación.

Movimientos en contra de la Guerra del Volumen

Sección titulada «Movimientos en contra de la Guerra del Volumen»

En el momento en que los profesionales empezamos a ver que la subida indiscriminada de volumen en las grabaciones empezaba a suponer un problema más allá de cuestiones meramente técnicas, algunos tomaron algunas acciones y crearon organizaciones con el fin de intentar preservar la dinámica de las grabaciones.

¡Una de estas organizaciones es la llamada Turn Me Up! creada por Charles Dye, John Ralston y Allen Wagner. Esta organización da la posibilidad de certificar si tu disco cumple con los requisitos que ellos estipulan, para considerarlo dinámicamente correcto. Una vez que ellos analizan el disco se entrega un certificado para que lo coloques en el artwork de tu álbum.

Otra organización que ha tomado bastante popularidad ha sido la Pleasurize Music Foundation. El gran acierto de esta organización ha sido establecer un sistema de medición y evaluación del rango dinámico ofreciendo sus propios medidores en formato de plugins VST de forma gratuita, y estableciendo una serie de valores óptimos de rango dinámico para diferentes estilos musicales.